La Tragedia de Bella Vista

8 de septiembre de 1989

Este episodio es recordado como la mayor tragedia que golpeó a la música de Corrientes, donde seis de los más grandes exponentes chamameceros, perdieron la vida obligando un luto que cambió a toda una generación en la región.

Por esa época, un grupo de conjuntos, solistas, cuerpos de danzas y recitadores se habían convocado para representar a Corrientes en el Festival Internacional de Folklore en Niza, Francia. Pero 24 horas antes de la partida, el viaje fue suspendido, sin motivo aparente, por el entonces director de Turismo Julio Traynor. Sin embargo, el grupo decidió realizar la gira con el fin de recaudar fondos para viajar de todas formas a Europa y para mostrar lo preparado por el país.

El plan era que el viernes 8 de septiembre se presentaban en Bella Vista (provincia de Corrientes), al día siguiente, el sábado 9, en Formosa y el domingo 10 estaba previsto el Domo del Centenario de Resistencia (provincia de Chacho). Siguiendo el plan, partieron de Corrientes con cierto retraso, rumbo a Bella Vista. El colectivo, como lo describe Tito Gómez, era marca Aklo, de procedencia inglesa, muy antiguo y maltrecho. Según Fabiana Gonzalez, integrante del ballet, se alquiló un micro acorde a lo que pudieron pagar con lo que habían juntado.

Al llegar a la localidad, se dirigieron al Club Juventud para hacer todos los preparativos del espectáculo de esa noche. El equipo de iluminación y de efectos especiales empezaron a montar los equipos, los cuerpos de danzas comenzaron a ensayar, y los músicos se fueron a la radio para realizar la promoción del espectáculo. De esta manera, trece personas (diez músicos, dos choferes y un bailarín) se subieron al mismo micro en el que habían viajado debiendo regresar a las 18:30 para el ensayo general, y el cambio de vestimenta. En la radio, primero participó Zitto Segovia, luego el grupo Reencuentro y después el Trío Corrientes, por lo que salía un grupo y entraba otro, pero al final se juntaron los grupos y armaron un cierre del programa. Se había armado un clima de algarabía, entre los músicos, los operadores y los conductores, que había hecho que se les pasara la hora.

Por este motivo, a las 19:40 subieron de vuelta al micro para volver apurados al club dado que el espectáculo comenzaba a las 21:00 y todavía faltaban preparativos. Dada la hora, había oscurecido y la visión llegaba hasta donde alumbraban los faros del micro. Tito Gómez observó una luz roja encendida en el tablero. Dicha luz, indicaba la falta de aire en el compresor que entre otras cosas activaba los frenos neumáticos, que se habían descargado durante su estadía en la radio, a través de los pulmones de freno averiados.

En la esquina, donde debían girar a la izquierda para retomar la calle Buenos Aires, había una camioneta mal estacionada, que le impidió realizar al conductor maniobra normal. Entonces, el chófer colocó el frente del vehículo en la bajada trabando, por precaución, la rueda delantera derecha contra el cordón derecho de la vereda. Luego, intentó retroceder ese par de metros para doblar marcha atrás, pero pese a acelerar el motor, no consiguió salir de la bocacalle debido a la pendiente de la bajada, logrando sólo hamacarse para arriba y para abajo.

Ante el apuro de los pasajeros, el conductor, sin saber que al final de esa bajada estaba el río Paraná y creyendo que esa bajada se transformaría luego de unos metros en terreno llano, destrabó la rueda delantera para continuar la marcha por esa calle. En los primeros metros del recorrido, el micro fue tomando una aceleración inusitada. La primera curva de la pendiente la tomó balanceándose hacia los costados fuera de control, casi en dos ruedas. Como no se sabía que debajo de la pendiente estaba el río, se esperaba por parte de los pasajeros, el vuelco o el impacto del vehículo. El pánico se generalizó. Entre los gritos de los que estaban dentro se recuerda la voz de Ricardo Scófano repitiendo desesperadamente: "¡¡¡Éste colectivo no tiene frenos!!!". Mientras el micro sigue derecho en la curva atravesando el pasto dirigiéndose derecho a una palmera, que en lugar de frenarlo lo levanta y lo lleva directo contra la baranda de la costanera. A los pocos segundos, Ricardo Scófano gritó: 'Guarda que nos vamos al agua', por lo que Zitto Segovia contestó con otro grito desgarrador: '¡Jesús, yo no sé nadar!'. El micro, en su trayectoria, derriba la baranda de la costanera sin inconvenientes iniciando el vuelo por el aire. En contraste con el resto de los pasajeros, Carlos Miño, con serenidad, abrió en el aire la ventanilla correspondiente a su asiento, previendo quizás la necesidad de una vía de escape. Mientras tanto, el micro descendió unos 15 metros hasta chocar contra la superficie del río. Al instante, el parabrisas del micro se hace añicos y las aguas del río invaden el interior del micro impidiendo a los choferes despegarse de sus asientos. El peso del motor inclinó la trompa del micro hacia abajo, haciendo que este cayera en zambullida vertical contra el agua. Antes de que el micro se transforme en un túnel oscuro, Tito Gómez alcanza a ver que Carlos Miño tenía medio cuerpo fuera la ventanilla. Entonces, Tito se tomó del parante de la ventanilla, esperó a que Miño terminara de salir y ya sin ver nada intentó seguirlo. A Tito Gómez, lo siguió Cacho Espíndola.

Un pescador que se encontraba por allí, ayudó a sacar a alguno de las aguas, pero tuvo éxito parcial... ya que de este hecho vial, fallecieron Zitto Segovia, Joaquín "Gringo" Sheridan, Miguel Angel "Michel" Sheridan, "El Chango" Paniagua, Daniel "Yacaré" Aguirre y Johny Behr

Finalmente, el colectivo fue rescatado el domingo 10 del río Paraná sin ningún cuerpo dentro del colectivo. Una semana más tarde, encontraron a "El Chango" Paniagua, Daniel "Yacaré" Aguirre y a uno de los choferes. A Zitto Segovia lo encontraron nueve días después de la tragedia en las aguas del río Paraná.

El caso del bailarín 'Puchi' González es llamativo... Había vuelto de una peregrinación a Itatí y como estaba cansado continuó durmiendo en su asiento del micro, por lo que nunca se bajó del colectivo, ni en el club ni en la radio. Se despertó con el impacto en el agua y se salvó del accidente perdiendo una zapatilla en el Paraná. Un año más tarde, el 6 de septiembre vuelve a peregrinar a la virgen de Itatí y le llevaba, en ofrenda, la única zapatilla que le había quedado del accidente. Mientras estaba caminando con su madre agarrada del brazo que lo acompañaba también para agradecer en la peregrinación, le cae un rayo del cielo que lo fulmina.

Sobre el hecho se hicieron también producciones audiovisuales, que tomaron trascendencia nacional. Tito Gómez los evocó en un capítulo de su libro "De las musas de mi vida", del cual se sacaron muchos hechos de este evento. Mario Bofill y Julián Zini convirtieron el hecho en un poema "Flores del alma", que hoy se lo considera un himno.

Lo primero que se puede aprender de este hecho, es la falta de mantenimiento del colectivo. A la luz de los hechos, es entendible la obligatoriedad de la verificación técnica vehicular (VTV). Sin embargo, aquí se exponen los verdaderos motivos por lo que personal capacitado tiene que revisar el vehículo, sobre todo si es de transporte de pasajeros. De más está decir que transportar personas con una falla en los frenos es algo poco seguro, Esto es una muestra más que indica que la mayoría de los accidentes no son fortuitos, sino que son hechos de negligencia y en este caso, del dueño del vehículo y del conductor.

Por otro lado, como indicaba Fabiana Gonzalez, alquilar el micro con la plata que alcanzaba no debería hacerse a costa de la seguridad. Podría ahorrarse en comodidad, pero como decía Tito Gomez, si al micro se lo veía maltrecho ya es un indicativo de que es mejor cambiar de vehículo. Cabe destacar la suerte que tuvo todo el grupo en llegar a salvo a Bella Vista, porque podría haberse roto los frenos en la ruta y haber ocurrido otra tragedia con mayor cantidad de víctimas.

Otro factor que suele repetirse en muchos hechos viales y aquí se lo observa de fondo, es el apuro. Parece un tema menor, pero el apuro hace que uno asuma riesgos más elevados. Por este motivo, siempre digo que la seguridad empieza por casa, antes de subirse al auto. Si uno sale con el tiempo suficiente, muchas veces elige esperar antes de tomar mayores riesgos. Uno lo puede observar en su propia conducción cuando sale tarde de su casa y registra cosas que no suele hacer en la conducción normal.

Por otro lado, no hay que olvidarse que la camioneta mal estacionada es la que fuerza al conductor, apurado por la situación, a realizar una maniobra diferente a la de doblar a la izquierda. Muchas veces dejan los autos en cualquier lado porque se piensa que no molestan a nadie, sin embargo todo lo que esté en contra de las normas viales puede terminar en un desencadenante de un hecho vial.

Otro elemento que es muy común incluso en la actualidad, es la falta de infraestructura preparada para hechos viales. La baranda de la costanera era muy bonita pero no era segura. Ocurre en todas las costaneras, las barandas deben primero poder soportar un posible hecho vial y luego ser bonitas. La caída de un micro en la bajada no es algo descabellado, ya que el micro arranca la bajada estando detenido, podría haber ocurrido que un micro estacionado se le saltan los frenos y cae libremente. Me pregunto si hubiera sido un auto, ¿lo hubiera podido contener?, por lo general, las barandas de las costaneras no soportan ni siquiera un impacto de un auto común, pero para poderlo corroborar, debería estar la memoria de cálculo realizada por el Ingeniero Civil que desarrolló el proyecto.

Por último, no se puede dejar de notar que el mismo chofer muere en el hecho. Lo que nos deja la conclusión de que el mismo conductor subestimaba la situación. No es algo privativo de ese chofer, sino que nos pasa a todos, porque cada una de las cosas por separado, nos eleva el nivel de riesgo sin que se desencadene el hecho fatal, pero si sumamos todo: el vehículo con pocos frenos o sin frenos, la camioneta mal estacionada, el conductor que no sabía que la pendiente terminaba en el río y la baranda de la costanera que no contiene una posible caída de un micro; todo hace que al conjugarse, el desenlace no sea otro que una fatalidad.

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