De mendigo a víctima fatal

7 de junio de 1926

Antoni Placid Guillem Gaudí Cornet nacido un 25 de junio de 1852, fue un arquitecto emblema de la localidad de Barcelona, España. Siete de sus obras han sido consideradas patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Dotado de una fuerte intuición y capacidad creativa, Gaudí concebía sus edificios de una forma global, atendiendo tanto a las soluciones estructurales como a las funcionales y decorativas.

El 7 de junio de 1926, a los 73 años de edad, se dirigía, como cada anochecer, a la iglesia de San Felipe Neri que visitaba a diario. El hombre que solía ser un dandy vestía unos pantalones raídos y zapatos remendados, no llevaba ningún documento identificador y sólo cargaba con un puñado de frutos secos en los bolsillos y un libro de los evangelios. Al pasar por la Gran Vía de las Cortes Catalanas, entre las calles Girona y Bailén, para evitar que el impacto con otro vehículo, se abalanza sobre un tranvía de la línea 30, que lo termina atropellando sin que el conductor pudiera evitarlo. El conductor del tranvía, al ver que algunos transeúntes recogían a la víctima, emprende de nuevo la marcha, ignorando la gravedad del atropello.

Gaudí se había fracturado tres costillas, tenía una contusión en la pierna derecha y tanto el cerebro como el corazón y el estómago estaban afectados. Había perdido el conocimiento con el golpe y al estar indocumentado, no se supo en los primeros momentos de quién se trataba y siendo confundido por un mendigo, no fue socorrido de inmediato. Hasta que un guardia civil paró un taxi que lo condujo al Hospital de la Santa Cruz.

En la mañana del día 8, el médico de guardia del hospital determinó que Gaudí fuera trasladado a un cuarto aparte donde lo reconocieron los doctores Trenchs y Bosch, quienes le enyesaron las costillas rotas. Tiempo después el arquitecto recibiría a más doctores, quienes asintieron la gravedad de las contusiones. Esa misma noche, a partir de las once, se despertó varias veces con frecuentes desvaríos. El día 9 por la tarde "cayó en estado comatoso", perdiendo toda esperanza. El día 10 de junio, Gaudí falleció a las cinco y diez de la tarde, tres días después del atropello. La autopsia no hizo sino confirmar la evidencia:"Según el dictamen dado por los doctores Bravo y Trías, que han practicado la autopsia al cadáver del Sr. Gaudí, falleció el ilustre arquitecto por trastornos mecánicos, que afectaron a la capacidad de funcionar del cerebro y la médula, por la presión de derrames en la cavidad en que se hallan contenidos; del corazón, a consecuencia de quedar impedido en sus movimientos por la sangre vertida en el pericardio y la simultánea vulneración de estos órganos de tanta importancia" (ABC, Madrid, 12/06/1926, p. 21.)


Gaudí podría no haber muerto aquel día ya que el golpe no fue fatal para que falleciera al instante. De haber sido llevado a una enfermería con rapidez habría vuelto en sí y no habría perdido mucha sangre. Pero aquel día, no llevaba el porte de un gran arquitecto, sino que parecía un viejo famélico golpeado por el destino... un mendigo. Debido a esto, nadie se hizo cargo de aquel pobre diablo, ni siquiera los taxis querían parar para llevarlo a un hospital, por no manchar la tapicería con su sangre. Debido a esto, me atrevo a decir que si bien el propio Gaudi fue el responsable del accidente evitable, no fue el responsable de la fatalidad del mismo. La responsabilidad de la fatalidad del hecho vial fue de los barceloneses de aquella época, que entendían que no era su vocación auxiliar a un mendigo. Tampoco trascendió el nombre de aquél policía de la guardia civil que lo socorrió sin saber quién era, haciendo caso al dicho "haz el bien sin mirar a quien".

A pesar de que la tecnología cada vez está más desarrollada para que los atropellos no ocurran, todavía hay gente que muere atropellada. Ahora tenemos semáforos con códigos de sonido, coches con sistemas inteligentes de detección de movimiento que frenan aunque el conductor esté distraído (leer ¿Qué es el AEB?). En la mayoría de los atropellos, la persona atropellada está ensimismada en sus propios pensamientos en su zona de confort cerca de su vivienda o en un recorrido habitual para ella. En este caso Gaudí estaba en su recorrido habitual. De aquí debemos aprender que cuando estamos abrumados con alguna idea, debemos seguir al pie de la letra las precauciones para el peatón.

No quiero finalizar sin reflexionar sobre el policía de la guardia civil que asiste a un herido y aprender de él que, en caso de que nos ocurra, debemos estar preparados para saber qué hacer si presenciamos un accidente. Para ello sugiero leer ¿Qué hacer cuando se presencia un accidente? porque de nosotros puede depender una vida.

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